Miriam Goldberg

Mi historia personal

Cuando conozco a alguien y me preguntan de dónde soy, les digo que soy hamburguesa-andaluza. Nací un 28 de noviembre de 1977 en Hamburgo, Alemania; aunque la ciudad de Sevilla me robó el corazón desde el 2004, donde resido actualmente.

Desde muy pequeña me dijeron que era demasiado sensible. Pero he aprendido a ver mi sensibilidad cómo algo positivo, no cómo una debilidad.

Decidí estudiar Nutrición, a raíz de la historia que una mujer me contó, de cómo había superado una enfermedad degenerativa, que le impedía andar. Y cómo, a través de un cambio en su alimentación, hizo que se recuperara. Esto me marcó. Viendo el poder que los alimentos tienen sobre nuestra salud.

Me volqué con toda mi pasión en mis estudios y la vida universitaria…. Esto me pasó factura y en tercero mi cuerpo dijo STOP.

Con solo 22 años me diagnosticaron “Colitis ulcerosa”, una enfermedad crónica y auto-inflamatoria, que causa úlceras en el intestino grueso, sangrado, diarreas y una dependencia total del servicio.

Las ironías de la vida, estudiaba para aprender el poder curativo de los alimentos y ayudar a otros, pero no esperaba ser yo la primera paciente.

Mi cuerpo pedía que parase, pero empujada por mi auto-exigencia, seguí adelante. Quería demostrarme a mí misma, que era capaz de finalizar mis estudios a pesar de la enfermedad.

A mayor presión académica, mayores eran los síntomas de mi enfermedad.

Ingresé varias veces en el hospital, pero esto no me hizo entrar en razón. No seguía las indicaciones de los médicos, me daba el alta voluntaria… Pensaba que con mi fuerza de voluntad lo superaría. 

Hasta el punto, que un día mi médico me dio un ultimátum: “o te tomas los medicamentos o no vuelvas por mi consulta”… Mi respuesta fue cambiar de médico.

El desgaste emocional y físico, por controlar mis emociones y esconder la gravedad de mi enfermedad, ante familia y amigos, fue devastador.

Mi compañero de viaje era el miedo. Miedo a no estar a la altura, miedo a no sacar buenas notas, miedo a no llegar a tiempo al servicio…

El panorama era desolador, diarreas, dolores abdominales, motivación bajo mínimos… Sin embargo, fui lo suficientemente cabezota para superar los exámenes finales.

Un billete que había comprado con destino a Sevilla era mi motivación para finalizar mi proyecto de fin de carrera. Imaginarme estar rodeada por palmeras, en una ciudad vibrante y calurosa, me ayudó a conseguirlo.

Me establecí en Sevilla; cambié mi entorno, no así los hábitos. Mi auto-exigencia seguía pasándome factura.

No había sufrido tanto, para luego no conseguir un buen puesto de trabajo. El mundo comercial se abría ante mí, cómo la mejor opción. Aunque las exigencias de este, supusiesen para mí un coste, del que aún no era consciente.

Creí que el éxito laboral me definiría como persona. Y fue precisamente esta creencia, la que disparó mi ansiedad. Estaba exhausta y enferma, no lograba salir de ese círculo vicioso. Necesitaba una ayuda.

A los 30, descubrí el maravilloso mundo del desarrollo personal, donde me ayudaron a tomar conciencia de mi falta de humildad, miedo al fracaso, vulnerabilidad, dificultad para expresar sentimientos, así como enfrentarme a ellos. A su vez, conecté con mis valores y fortalezas. Esto me ayudó durante un tiempo.

El Coaching llegó a mí vida, en un momento en el que necesitaba un nuevo proyecto ilusionante, ya que las decisiones que me veía obligada a tomar en el trabajo, me alejaban cada vez más, de la persona que quería ser.

Esto me llevó a emprender un proyecto, que diera un sentido pleno a mi vida. Renunciar a mi carrera como comercial y ejercer como Coach, consiguiendo un bienestar emocional y físico, ayudando a otros, a conseguirlo también.